Si vos te vieras, Mujer, Bruja,
más allá de la mirada obscena del qué dirán.
Si vos te vieras, Felina
con tu mirada altiva, segura
decidida a atacar,
conectada íntimamente con tu instinto,
el pulso de la tierra;
Te verías de verdad.
Si vos te vieras, Diosa, Temida,
la que decide sobre la vida y la muerte;
entenderías por qué se te concedió esa facultad.
Facultad que quebraría las espaldas de los hombres
que carecen de tu sensible divinidad.
La cadencia de tus caderas al andar,
con unos pasos que rajan la tierra.
Tu sensualidad. El alimento.
En tu ser cobijar.
Plena, rica, generosa y abundante
Bella, única y hermosa.
Etérea, sutil y animal.
Salvaje, terrenal y celestial.
El mundo se encoge cuando temes.
El universo se expande cuando ruges.
A todos inspiras cuando creces.
Si vos te vieras, Matriarca y Reina,
en tu dualidad; de ternura maternal
y fiereza tenaz.
Que con su paso abre camino,
con fuego en su mirar;
no tendrías ninguna duda
de tu Gran Poder Ancestral.