Me enoja todo lo que no puedo
lo que me deja en falta, imperfecta, amputada.
La frustración se hace nudo en las tripas
y la furia la escupo como dardos en llamas.
Hasta que me rindo. Abandono.
Pero al rendirme abro la puerta
a lo que sí puedo. Abro el juego,
acepto, y habilito otro camino
que aunque diferente, está entero.
Y entonces me rindo ante él.
Se siente diferente rendirse, ahora.
Deja un comentario